Seguro que se te viene el nombre de alguien a la cabeza en cuento leas estas cuatro palabras: fobia a la suciedad. Y es que no hay que tener la agenda del presidente del gobierno para que tengamos (o pensemos que tengamos) a alguien cerca que creamos que pueda tener misofobia.
Pero… ¿esa persona en la que has pensado nada más leer esas palabras realmente tiene esa fobia? ¿o es más bien que se trata de una persona organizada y que le gusta tener casa cosa en su lugar?
Veamos primero en qué consiste esta fobia y como se manifiesta. Y por supuesto, de su tratamiento si éste fuese necesario.
Índice
Qué es la misofobia: Significado
La misofobia (como cualquier otra fobia) es un tipo de trastorno psicológico del grupo de los trastornos ansiógenos, esto es, relacionados con la ansiedad. Las personas padecen misofobia sienten un miedo irracional y patológico a la suciedad, los gérmenes o cualquier tipo de contaminación.
Estas personas tienden a preocuparse constante e irracionalmente por la limpieza hasta el punto de que es algo que afecta a su vida negativamente. Por ejemplo, una persona con misofobia puede que rechace cualquier tipo de plan que tenga que ver con una ruta por el campo o similar, ya que en ese tipo de circunstancias sienten que no pueden controlar la posibilidad de que existan gérmenes, bacterias o cualquier tipo de patógenos.
En otros casos, esas personas se niegan, por ejemplo, a viajar en transporte público o a tocar cualquier cosa con las manos desnudas si no están completamente seguras de que han sido limpiadas a consciencia.
No tiene una causa clara ni única. No obstante, es posible que las personas que desarrollan esta fobia lo hayan hecho debido al estilo de crianza recibido o a los aprendizajes tempranos asociados a la limpieza y la higiene personal.
Síntomas: ¿tengo misofobia?
Las personas que padecen este tipo de fobia manifiestan conductas similares o parecidas a las siguientes:
– Higiene personal excesiva: Las personas que sufren misofobia se lavan a menudo las manos, especialmente si consideran que han tocado algo “contaminado”. A veces, incluso, se las lavan como forma de protegerse o simplemente de manera ritual para sentirse seguros. Es tal la frecuencia con la que se las lavan que algunas personas incluso pueden desarrollar problemas en la piel.
– Evitan todo tipo de lugares o situaciones en los que crean que puede haber una alta concentración de gérmenes: Los medios de transporte públicos, las aglomeraciones, etcétera son situaciones que evitan a toda costa para “prevenir el peligro”.
– Miedo al contacto físico o hafefobia, especialmente si no conocen a la otra persona.
– Dedicación de mucho tiempo y esfuerzo a la limpieza y desinfección de sus hogares y otros entornos o situaciones.
– No comparten objetos personales por miedo a la contaminación cruzada: Son muy susceptibles en éste ámbito y no les gusta tener que compartir objetos propios. En el caso de los objetos de higiene personal, la negativa suele ser aún mayor.
– Miedo a enfermar: Muchas de estas conductas de limpieza y evitación las llevan a cabo debido a este miedo que, en la mayoría de ocasiones, es injustificado.
Es importante destacar que esta fobia interfiere de manera notable en la vida normal de estos individuos. De hecho, cuando se encuentran en alguna de las circunstancias antes mencionadas, pueden llegar a sufrir ataques de ansiedad que se manifiestan en modo de dificultad para respirar, transpiración excesiva, sudoración, taquicardia y otros síntomas físicos propios de dichos ataques como la sequedad bucal, dilatación de la pupila, palidez, tensión muscular y desmayo o síncope vasovagal.
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Tratamiento de la misofobia
La misofobia requiere de un tratamiento multicomponente para intentar aplacar los distintos tipos de síntomas en los que se manifiesta.
Para controlar los síntomas fisiológicos generados por la ansiedad, se requiere de técnicas como la respiración diafragmática o profunda. Se trata de una intervención sencilla, de rápido aprendizaje, eficaz y aplicable a casi cualquier situación.
En el caso de los síntomas conductuales, la técnica más potente es la exposición gradual con prevención de respuesta acompañada de autoinstrucciones. Se trata de una técnica cognitivo-conductual en la que se procede a la exposición jerarquizada (de menor a mayor ansiedad) del estímulo fóbico junto al Entrenamiento en Autoinstrucciones de Meichenbaum, cuyo objetivo es provocar cambios en la conducta manifiesta de las personas mediante verbalizaciones internas.
En el caso de la misofobia, se trataría de exponer a la persona poco a poco a entornos y situaciones en las que no pudiese controlar la posible contaminación que pudiese existir. También habría que exponer a la persona, mediante la prevención de respuesta a que, por ejemplo, no se pudiese lavar las manos durante determinados periodos de tiempo.
Por último, la psicoeducación, dirigida a entender qué es y como funciona la ansiedad, y la reestructuración cognitiva para eliminar las ideas irracionales y modificar las anticipaciones catastrofistas propias de las fobias. Éstas, en el caso de misofobia, tendrían que ver con la posibilidad de enfermar o contaminarse. Ese tipo de ideas, que no son realistas, mediatizan la vida de esas personas y es por eso por lo que hay que trabajar sobre ellas.
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Bibliografía
Friedrich Dorsch (2002). Diccionario de Psicología. Ed. Herder; p. 493;
ISBN: 84-254-1026-6