El desarrollo de vínculos afectivos es una de las necesidades innatas básicas con las que todos nacemos. Por ello, la psicología evolutiva se ha encargado de realizar investigaciones para estudiar este tipo de comportamientos y una de las teorías más importantes en este campo es la Teoría del apego de John Bowlby. En este otro artículo ya hablamos acerca de la teoría del apego y de la importancia que tiene el vínculo emocional en el desarrollo de la personalidad de los bebés. Hoy nos vamos a centrar aún más en las diferentes etapas que tienen el desarrollo del apego y de las conductas que manifiestan los bebés en cada una de ellas.
Además, ahondaremos en dos conceptos claves como son la ansiedad por separación y la angustia hacia el extraño.
Esperamos que les sea de utilidad y les invitamos a que nos dejen sus comentarios o dudas al final de la en los comentarios. Nuestro equipo de psicólogos tratará de responderlas tan pronto como les sea posible.
Índice
La Teoría del Apego
Los bebés, cuando nacen, a diferencia de otras especies animales, no están equipados para sobrevivir por sí mismos. Necesitan la ayuda de figuras protectoras que lo alimenten, le brinden calor cuando lo necesiten y lo auxilien en cualquier circunstancia que atente contra su vida. Por ello, todos los seres humanos nacemos con la necesidad básica de desarrollar un vínculo afectivo con nuestros cuidadores. Esto sucede en la mayoría de los casos con los padres, en especial, con la madre.
A este vínculo afectivo se le denomina apego y su función es la de asegurar el cuidado, el desarrollo psicológico yla formación de la personalidad.
Si quieres saber más acerca de la Teoría del Apego, sus orígenes y los principales exponentes de este campo de estudio, pincha en este enlace.
Etapas en el desarrollo del apego
El apego se puede dividir en cuatro etapas diferenciadas. Las dos primeras pertenecen a una macro-etapa que se denomina apego en construcción. Las dos últimas constituyen el apego propiamente dicho.
La primera etapa
El apego en los bebés humanos re refiere a los primeros vínculos afectivos entre el bebé y su cuidador (generalmente, uno o ambos progenitores). Sin embargo, no podemos hablar de apego como tal hasta el octavo mes de vida. Es decir, durante este proceso, el apego se esta construyendo.
Las primeras respuestas de un bebé hacia la gente son indiscriminadas y no reflejan apego. Esto es así durante los dos primeros meses y durante ese tiempo el bebé, con su llanto, demanda leche, pañales limpios y sentirse cómodo. A su vez, también se siente cómodo y reconfortado cuando siente el contacto humano estrecho. No obstante, esta ayuda que demanda, puede ser aportada por cualquier persona.
Es a finales de esta primera etapa (la que va desde el nacimiento hasta los dos meses) cuando el bebé se convierte en un ser social que sonríe y hace sonidos de gozo, siendo estas sonrisas y sonidos dirigidas a todo el mundo.
La segunda etapa
Comprende desde los 2 hasta los 7 meses. En ella, los bebés empiezan a discriminar a las personas que le rodean. Hacia los cinco meses sonríen a los rostros que les resultan familiares con la misma frecuencia que antes, sin embargo, las sonrisas dirigidas a extraños van disminuyendo poco a poco, incluso llegan a desaparecer.
Además, el bebé empieza a reconocer cuales son las personas que le alivian la incomodidad, respondiendo como emociones positivas, brillo en los ojos, sonidos de gozo y movimientos de brazos cuando les ve.
Aún así, durante este periodo el apego aún se está formando. De modo que, aunque puedan responder de un modo específico ante la presencia de algunas personas, en el caso de que, por ejemplo, a un bebé de 5 meses lo dejen con un canguro y no estén disponibles para el bebé, es raro que éste proteste.
La tercera etapa
Empieza en torno al octavo mes y se extiende hasta el mes número 30 de vida. Al principio, la mayoría de los bebés han desarrollado un intenso vínculo que supone el verdadero apego. Durante este periodo que concluye hasta los dos años o dos años y medio se dan conductas como el dolor o infelicidad ante la separación de la figura de apego y el recelo (e incluso la angustia) hacia la cercanía de personas extrañas.
La ansiedad por separación se da, por ejemplo, cuando una madre deja a su bebé de 10 meses en un lugar que no le resulta familiar. Entonces, una respuesta normal del bebé será la de llorar e incluso gatee en el intento de alcanzar a su madre. Se trata de un fenómeno universal y afecta a las distintas culturas.
La angustia hacia los extraños es una reacción natural, complementaria al apego, y que ayuda al bebé a evitar situaciones, personas u objetos que podrían ponerle en peligro. Esta reacción se intensifica si la figuara de apego no está presente y se manifiesta en forma de gemidos, llanto, etcétera.
Hacia el final de esta etapa, es normal que los niños dejen de mostrar tristeza de forma visible cuando sus madres les dejan.
La cuarta etapa
A partir de este momento el niño entra en un momento de apego maduro en el que, pese a que sigue existiendo un vínculo emocional fuerte y el niño aún desea permanecer cerca de los padres, se ha introducido el intercambio en la relación. Es decir, a partir de este momento, el niño utiliza los abrazos, los besos, las palabras y otros instrumentos para intentar influir en los planes de sus padres.
No obstante, cuando sus padres se alejan o marchan (por ejemplo, al trabajo), el niño continua sintiéndose seguro mientras sepa dónde han ido y cuándo van a volver.