Dermatopatofobia: Qué es, síntomas y cómo se trata

Cremas hidratantes, carbón activado, toallitas exfoliantes… Hay personas que, cuando se trata de la piel, no escatiman en gastos. Y es que a todos nos gusta tener una piel limpia, radiante y bien cuidada. No obstante, para algunas personas, tener una piel cuidada, más que un deseo, es una necesidad ya que padecen dermatopatofobia.

Pero… ¿Qué se esconde detrás de esa palabra tan larga?

Qué es la dermatopatofobia

La dermatopatofobia o dermatofobia consiste en el miedo irracional e injustificado a la enfermedades de la piel. Es decir, las personas que padecen esta dolencia, tienen rumiaciones cognitivas y temores relacionados con padecer lesiones en la piel, ya sean estas en forma de granos, cicatrices o heridas.

Por tanto, no se trata de una preocupación normal en referencia a la salud del órgano más extenso de nuestro organismo. Si no que se trata de un patrón de miedo desproporcionado que influye de manera negativa y persistente en la vida normal del individuo.

La dermatopatofobia se ha relacionado en alguna ocasión con la tripofobia. Sin embargo, esta consiste más bien en el miedo a patrones con agujeros independientemente de si se dan en la piel o en otras superficies como puede ser un simple panal de abejas. Y esa es precisamente, su principal diferencia, que la dermatopatofobia se refiere únicamente a lo relacionado con la piel.


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Síntomas de la dermatopatofobia

No todas la personas que pueden llegar a desarrollar esta patología tienen los mismos síntomas ni éstos pueden permanecer estables a lo largo del tiempo. No obstante, estos pueden ser algunos de los pensamientos o conductas que se pueden llegar a tener:

Temor, pensamientos recurrentes y preocupaciones en relación a la aparición de granos, espinillas, heridas o cualquier otra circunstancia que afecte a la piel. En el caso de que se diera esta situación, la ansiedad generada por dicha aparición puede provocar las manifestaciones típicas de la ansiedad como: sudoración, taquicardia, tensión muscular, náuseas, dolor de cabeza…

Evitación de lugares o actividades que pueden tener algún efecto perjudicial para la piel, por pequeña que sea la probabilidad de que eso suceda. Por ejemplo, dejar de ir a la playa por temor a que les salgan manchas.

– Considerar cualquier variación en el estado de la piel como síntoma de una enfermedad grave, siendo este tipo de consideraciones recurrentes e invasivas.

Conductas de evitación y control estimular. Por ejemplo, estar continuamente pensando en cuando se tendrá la oportunidad de cuidar o aplicar cuidados a la piel, incluso en momentos o situaciones en los que no sea indicado hacerlo, pudiendo llegar a tener problemas laborales y de otra índole.

Magnificación de cualquier problema relacionado con el epitelio: para estas personas, cualquier pequeña mancha o grano que para otros sería insignificante, puede desencadenar la respuesta de ansiedad.

– Continuas conductas de comprobación del estado de la piel, como mirarse al espejo o examinarse constantemente.

Exposición a tratamientos abrasivos sin necesidad, lo que acaba por ser perjudicial para la salud de la propia piel.

– Otros…


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Tratamiento para la Dermatopatofobia

La dermatopatofobia requiere de un tratamiento multicomponente para intentar aplacar los distintos tipos de síntomas en los que se manifiesta.

Para controlar los síntomas fisiológicos generados por la ansiedad, se requiere de técnicas como la respiración diafragmática o profunda. Se trata de una intervención sencilla, de rápido aprendizaje, eficaz y aplicable a casi cualquier situación.

En el caso de los síntomas conductuales, la técnica más potente es la exposición gradual con prevención de respuesta acompañada de autoinstrucciones. Se trata de una técnica cognitivo-conductual en la que se procede a la exposición jerarquizada (de menor a mayor ansiedad) del estímulo fóbico junto al Entrenamiento en Autoinstrucciones de Meichenbaum, cuyo objetivo es provocar cambios en la conducta manifiesta de las personas mediante verbalizaciones internas.

Por ejemplo, empezando a exponerse a fotografías o vídeos en los que salen personas que tengan granos o heridas. Otro ejemplo puede ser el de ser capaz durante cada vez más tiempo, de no llevar a cabo los rituales de comprobación y los autoexámenes cutáneos. Posterior y gradualmente, los estímulos serán de una complejidad y una intensidad mayor.

Por último, la psicoeducación, dirigida a entender qué es y como funciona la ansiedad, y la reestructuración cognitiva para eliminar las ideas irracionales y modificar las anticipaciones catastrofistas propias de las fobias.

Si tienes cualquier duda o pregunta al respecto, puedes dejarla en los comentarios y nuestros psicólogos la respondarán lo más rápido les sea posible.


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